miércoles, marzo 28, 2007


martes, marzo 27, 2007

PROGRAMAS DE RECITALES PAPPO / RIFF

RIFF IV

PAPPO'S BLUES

RIFF EN HALLEY


FESTIVAL B.A.ROCK


BLUES LOCAL TOUR
RECITALES JUNTO A B.B. KING

















































martes, febrero 13, 2007




Me gusto esta nota de FERNANDO GARCIA del diario Clarin del 26/02/2005





Cuatro discos fundamentales

Fernando García


En la contratapa de su debut solista —porque Pappo's Blues siempre fue un solista-banda— ya lo advertía el productor Jorge Alvarez: "En los ratos libres cuando se ponía a ensayar las paredes se caían". Su manejo de la masa eléctrica se vuelve una contraseña en la ciudadela hippie que lo recluta ya para rockerizar el beat soleado de Los Gatos de Nebbia o el surrealismo pop de Los Abuelos de la Nada. Los primeros cuatro volúmenes (los discos no tienen título, es una secuencia matemática, son todos iguales) son ya un tesoro cultural argentino. En la memoria colectiva sobresale el Volumen III con el notorio grabado de Cristina Villamor, ese semidios celeste, en la tapa. Allí amontona hits que celebran el amor libre (Tren de las 16) o aproximan la moda country (Trabajando en el ferrocarril). Dos marcan su estilo. Sucio y desprolijo electrifica el crescendo violento de ese año 73 mientras la letra celebra su espacio de inadaptado social. Sandwiches de miga, en tanto, certifica que Pappo no es tan mimético como se ha creído. Estetiza su alienación entre la cultura rock y la tanada a la que pertenece. Entre la familiaridad del"sandwich de miga" y la insondable extrañeza del LSD. Pelo, la revista que canoniza el primer rock argentino lo ignora. Treinta años después, también Rolling Stone y MTV: ningún título de este ciclo seminal entra en los primeros puestos de la producción conjunta sobre "las cien mejores canciones del rock nacional". El Pappo de los últimos setenta es tan errático como iluminado. A redescubrirlo en discos como Aeroblus y Tríangulos que se revelan tan extremos como místicos: otra vez, una metáfora inadvertida de la paranoia social. Ya en la nueva década, le toca traducir el heavy metal de AC/DC así como en los 70 lo había hecho con el rock pesado de Black Sabbath. Su grupo Riff es la parte más dura de la nueva ola de los 80, frente que se termina de armar con el pop ditelliano de Virus en La Plata y el postpunk irrepetible de Sumo en Hurlingham. El éxito del nuevo Pappo alimenta una escena local de heavy metal que sigue el despliegue del género en Inglaterra a través de Iron Maiden y Judas Priest. Allí se distinguen dos líneas cruzadas. Frente al ideario lumpen-proletario de V8 (el grupo de Ricardo Iorio), los Riff son un número hedonista, una manifestación filosa del mundo del espectáculo. Dandys del apocalipsis, tienen su cuarto de hora con Contenidos donde el amor libre del Tren de las 16 deviene celebración de la groupie ochentosa en Suzy Cadillac. Del espíritu metafísico de Pappo's Blues ("Abelardo no puede viajar dice que todo lo lleva hacia el mismo lugar") a la ciencia-ficción en Riff: el hombre máquina de No detenga su motor ("No detenga su motor, investigue su interior") y el costumbrismo post Blade Runner del tema Pantalla del Mundo Nuevo, machacado en un boogie repetitivo que explota en la sentencia profética "La pantalla me lo cuenta con el desayuno y es probable que no quede ninguno".El proyecto de Pappo para la última década del siglo es legitimarse como un bluesman, a la manera de sus admirados B.B King y Muddy Waters. Solista solista, su Blues Local sale simplemente como Pappo y le da su primer hit radial desde el momento más incandescente de Riff. El disco queda estigmatizado por la difusión de Mi vieja, un rock mid-tempo que bordea la auto sátira a cargo de Sebastián Borenzstein. Pero cada solo de guitarra de Blues Local es una aventura en sí mismo: se nota que no es exactamente un purista y eso le agrega dinamismo a sus fraseos. Hay en ese disco tesoros raros como el Longchamps Boogie y una espiritualidad sentida en su versión de Una casa con diez pinos de Manal, acaso el único grupo al que Pappo (egolátra irredento) ubicó por encima suyo. En su habitual desprecio por las formas, se mezclan los lanzamientos entre aquellos de Pappo (el concierto que registra su participación con B.B.King) y los regresos con poca gloria de Pappo's Blues y Riff. ¿Cuándo es Pappo, cuándo Pappo's Blues, cuándo Riff? "Pappo" será el bluesman, Pappo's Blues apenas una distinción ("un personaje", dirá en una entrevista) y Riff, el reencuentro con ciertos gestos de la modernidad como la inclusión de un ¡¿rap?! en el álbum Que sea rock. Al capítulo Pappo's Blues le suma dos discos más, en sellos independientes y ediciones chicas, de muy escasa difusión. Tal es así con Caso Cerrado y el disco más injustamente ignorado de toda su carrera: El auto rojo. Un Pappo salvaje y cerril, a fondo.Pappo termina su carrera en el siglo XXI con una legitimación cuyas idas y vueltas envuelven el espesor de su mito. Quiso ser el "sucio y desprolijo", el ángel caído de Plaza Francia y a la vez reclamaba el reconocimiento del establishment rockero. Podía verse de etiqueta como un bluesman de Chicago pero necesitaba esas excursiones hacia los márgenes de la profesionalidad; de la sobriedad estilística a lo B.B.King a un estribillo como "Carrefour, Sprayette, anda a cagar...no sé inglés".El primer paso será encarar en 2000 un autohomenaje donde lo reinvindican, entre muchos más, el rock de estadios de La Renga y también un cantautor como Andrés Calamaro. Ambos van a parar a un álbum doble vendido como Pappo & Amigos, el homenaje que decide hacerse en vida. Es más que eso, al mezclarse versiones de otros artistas con las reversiones suyas 00, compite en rock con el resto. Gana, casi siempre. Es imposible ir más allá que él mismo en, por ejemplo, El gato de la calle negra, aquella transición del blues al grand guiñol. La legitimación se cierra con Buscando un amor, el disco para el que lo vuelve a contratar una multinacional. Es un intento por devolverlo a Blues Local, con homenajes a bluesmen, secciones de viento, una producción detrás y un proyecto para relanzarlo. Si quisiéramos recuperar toda la complejidad cultural del personaje— negada por una sensibilidad poético-social hegemónica— nada más hay que ir al track 14 y escuchar Katmandú. Y confirmar que en él, había mucho por hacer.